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Regular, desregulando

*Enrique Cister - Argentina

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Muchas son las expectativas e incertidumbres vividas a diario en un país que se jacta oficialmente de su posicionamiento internacional, económico y político sin considerar su retroceso interno, que invariablemente repercurte en la movilidad social, que lo caracterizó por décadas. Las profesiones no escapan a esta problemática y si bien la gente insiste en querer mejorar con la búsqueda de un título universitario este ya no ofrece las garantías de antes, al punto de no asegurar un lugar de trabajo donde desarrollarse personal y profesionalmente.

Frente a esta realidad y aún com ingresos encubiertos no ha habido una formulación seria de la educación terciaria en relación a la formación de Recurso Humano en calidad y cantidad necesarios, para satisfacer las demandas de la sociedad y lograr inserción laboral de los graduados.

Nos informamos sobre la acreditación de los centros de formación donde seguramente alguna comisión trabajará todo el tiempo que sea necesario en la conformación del tema, mientras seguimos malgastando el escaso recurso financiero, formando profesionales con un perfil que no responde a las necesidades, ya que a más graduados, no se logra una ecuación con mejores índices de salud en la población.

En íntima relación con la producción debe analizarse la distribución profesional, ya que historicamente la misma se desequilibra naturalmente en la búsqueda de grandes centros urbanos, provocando por densidad una fuerte caída de los ingresos y de las expectativas. Habitualmente y de manera absoluta para ciertos esquemas económicos como el actual que no son patrimonio nacional, sino que se los encuentra, en mayor o menor medida gozando de plenitud en toda nuestra América Latina, nada mejor que mano de obra barata, para consolidar la premisa de regular, desregulando. Esto no genera otra cosa que una abrupta caída de la cantidad y calidad de las prestaciones en perjuicio de la salud de la población, a lo que debemos sumar una legión de ciudadanos engañados y frustrados que se formaron académicamente proyectando un futuro inalcanzable en las actuales condiciones.

Todo funcionario o dirigente que se precie repetirá una y otra vez que la OMS recomienda 1 odontólogo cada 1500 habitantes, sin saber quien, ni cuando y mucho menos en que contexto lo estableciera por 1º vez. En realidad en este como en otros aspectos nuestro país cierra perfectamente desde la fría estadística ya que aproximadamente rondamos la cifra, pero no se nos ocurra analizarlo contextualizado, porque la realidad caerá sobre nosotros mostrando en algunos centros urbanos relaciones de 1/ 300 y en extensas regiones de nuestra geografia 1/ 20.000. No existe a la fecha condicionamiento alguno para sumarse a la matricula de un estado provincial con o sin entidad de ley, lo que determina por las condiciones antes expuestas el peligro cierto cuando, no inminente de incumplir con las mínimas normas éticas en el ejercício de la profesión. Etica y solidaridad, valores no considerados en la era post-moderna, por el neoliberalismo.

Frente a la problemática descripta podrían las instituciones establecer desde la organización y distribución de convenios la contención necesaria para equilibrar por consenso, semejante cuadro, intentando evitar que los comerciantes de la Salud contraten odontólogos a valores absurdos, pudiendo elegir por la gran oferta y hasta pagarles por hora. Esta alternativa seguramente fue contemplada y motivó la necesidad y la urgencia de establecer por la vía del decreto nuestra phohibición para competir en la obtención de convenios con Obras Sociales. Nuestras instituciones garantizan el recurso en prestaciones, no tienen fines de lucro y sin dudas pueden competir con la mejor propuesta.

Paradojalmente el gobierno dice fomentar la competencia y somos excluidos taxativamente de la misma favoreciendo a los verdaderos intermediarios, las empresas que lucram con la salud de la gente y la desesperación del profesional, implementando sistemas perversos que gastan en publicidad mas de lo que invierten en limitar el daño y ni que decir en verdadera salud, desde la Prevención.

Así las cosas, sin un programa uniforme entre las casas de altos estudios del país, con una graduación desproporcionada con la realidad, en calidad y cantidad, con gobiernos que nos convocan para aportar experiencia y representatividad en los programas de salud de sus ministerios, excluyéndonos a la vez de la posibilidad constitucional de trabajar libremente, en beneficio de las prepagas.

La situación lejos de ser fácil, tiene alternativas y objetivamente hablando, soluciones, si trabajamos en los ámbitos adecuados haciendo uso de los medios masivos de comunicación, desactivando políticas de actores encubiertos que afectam la salud de la gente y nuestro ejercicio profesional. Perdiendo perjuicios anacrónicos y comprometiéndonos con la comunidad a la que pertenecemos, para lograrlo debemos formular una propuesta con verdadero contenido gremial, que va mas allá de una simple cuestión contractual, el cambio es de fondo, y pasa por fabricar ideas y no diplomas.


*El Dr. Enrique Cister, egresado de la Universidad de Buenos Aires en 1982, tiene postgrado en Implantes/Periodoncia por la misma universidad. Fue fundador del Círculo Odontológico de Chascomús (1984) y presidente del Círculo (1986-1996). Es el responsable del Departamento de Asuntos Internacionales de la Confederación Odontológica de la República Argentina (Cora) y vicepresidente Regional Sur de la Federación Odontológica Latinoamericana (Fola/Oral), desde 1996; delegado argentino (Cora) a Federación Dentária Internacional (FDI) nos EEUU(1996), Korea (1997), España (1998) y Méjico (1999). Es el presidente electo Fola para el período 2000-2003. Autor de publicaciones nacionales e internacionales y ministrador de conferencias sobre la Problemática del Ejercício Profesional.


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